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* Una etapa especial

sábado, febrero 26, 2011

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Hace poco estuve conversando con un familiar muy querido, de más de 70 años, hoy en día ella no puede caminar, y durante la conversación lloraba, expresaba que no quería vivir, pues sentía que era un estorbo, tiene que depender de los demás para preparar sus alimentos, acostarse, levantarse, lavarse, vestirse, hacer sus necesidades, no puede limpiar, cocinar, arreglar su casita como antes, no toman en cuenta sus opiniones; sus hijos, nietos o sobrinos sólo vamos de visita unos minutos. La mayor parte del dia está sola sin nadie con quien conversar.

Entendí una vez más penosamente que las personas que estamos alrededor de alguien mayor: madre, padre, tío, tía, o cualquier otro anciano los tratamos con muy poca paciencia, comprensión y amor, pareciera que nunca vamos a llegar a esa etapa. Simplemente decimos “ES QUE YA ESTÁ VIEJO”, “ES LA EDAD…” pero
nos olvidamos que ellos hicieron todo por nosotros cuando eramos bebés, cuando eramos niños incluso jóvenes.

Si por un día nos pusiéramos en su lugar entenderíamos que el dolor, la pena, la decepción, el sentirse inútil, el desamor por la que pasa ese anciano o anciana,  estoy segura que no lo aguantaríamos.

Incluso en los ómnibus figura: “ASIENTO RESERVADO” ¿Cuántas veces hemos cedido el asiento a un anciano/a? Sabes, ese anciano puede ser un ser querido. Pensemos en  cambiar a partir de ahora. Escuchemoslos, demosle un abrazo, digamosles "TE QUIERO", acompañemoslos, porque un día nos los tendremos y nuestras lágrimas no serán suficientes para recuperarlos.

Comparto con Uds. Una carta y un video. Esta carta  hace varios años me la obsequio una Colega, se la enseñe a mi mamá, y me dijo. “Saca 2 copias de la carta: una para mi y una para ti… no olvides lo que dice ahí”. ¿QUÉ CREES QUE QUIZO DECIRME? Espero no fallar. Leela. Dice:


Amados hijos:

El día que este viejita y ya no sea la misma, ten paciencia y comprendeme. Cuando derrame comida sobre mi blusa y olvide como atarme mis zapatos tenme paciencia, recuerda las horas que pase enseñandote a hacer las mismas cosas.

Si cuando conversas conmigo, repito las mismas palabras y sabes de sobre como termina, no me interrumpas y escuchame. Cuando eras pequeño para que te durmieras, tuve que contarte miles de cuentos hasta que cerrabas los ojitos.

Cuando estemos reunidos y sin querer, haga mis necesidades, no te averguences y comprende que no tengo la culpa de ello, pues ya no puedo controlarlas. Piensa cuantas veces cuando de pequeño te ayude y estuve pacientemente a tu lado esperando a que terminaras lo que estabas haciendo.

No me reproches porque no quiera bañarme, no me regañes por ello. Recuerda los momentos que te perseguI y los mil pretextos que te inventaba para hacerte más agradable tu aseo.

Cuando me veas inútil e ignorante frente a todas las cosas tecnológicas que ya no podré entender, te suplico que me des todo el tiempo que sea necesario para no lastimarme con tu sonrisa burlona.

Acuerdate que fui yo quien te enseño tantas cosas: comer, vestirte y como enfrentar la vida tan bien como lo haces, son producto de mi esfuerzo y perseverancia.

Cuando en algún momento, mientras conversamos, me llegue a olvidar de que estamos hablando, dame todo el tiempo que sea necesario hasta que yo recuerde, y si no puedo hacerlo no te impacientes: tal vez no era importante lo que hablaba y lo único que quería era estar contigo y que me escucharas en ese momento.

Si alguna vez ya no quiero comer, no me insistas. Sé cuanto puedo y cuanto no debo. También comprende que con tiempo, ya no tengo dientes para morder ni gusto para sentir.

Trata de comprender que ya no vivo sino que sobrevivo, y eso no es vivir.

Siempre quise lo mejor para ti y he preparado los caminos que has debido recorrer. Piensa entonces que con este paso que me adelanto a dar, estaré construyendo para ti otra ruta en otro tiempo, pero siempre contigo. No te sientas triste, enojada o impotente por verme así. De la misma manera como te he acompañado en tu sendero, te ruego me acompañes a terminar el mío. Dame amor y paciencia que te devolveré gratitud y sonrisas con el inmenso amor que tengo por ti.
 
Cuando mis piernas fallen por estar cansada para andar… dame tu mano tierna para apoyarme como lo hice yo cuando comenzaste a caminar con tus débiles piernitas.

Por último, cuando algún día me oigas decir que ya no quiero vivir y solo quiero morir, no te enfades. Algún día entenderás que esto no tiene que ver con tu cariño o cuanto te ame

Atentamente, tu viejita.

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